Todos recordamos aquel juguete maravilloso que nos deslumbró de pequeños y en las mayoría de las ocasiones, no era ni el más grande ni el mas ostentoso, sino aquella cajita de colores que tenía una muñequita dentro, esa goma de borrar que olía a fresa o aquel objeto que hoy pensamos tan diminuto pero que para nosotros era lo más grande del universo.
Con está sensación vivo yo aún, me maravillan las pequeñas cosas, los colores y los objetos inesperados, todos esos objetos que los niños llaman "mis tesoros".
Este sentimiento es el que me lleva cada día a diseñar pequeños tesoros, complementos que hagan sonreír a l@s que ahora son niñ@s y a las que siguen como yo viendo la vida a través de cristales de colores.